domingo, 8 de noviembre de 2009

En dopaje 2+2 no son 4



Hace unos días la revista Interviú publicaba un interesante reportaje sobre dopaje en el que sale a la luz información extraída del sumario en el que una juez de Valladolid investiga una trama de dopaje de ciclistas y atletas.

El reportaje habla de sobre la llamada Operación Chinatown en la que se investiga al Doctor Jesús Losa. Y digo que se investiga porque es la forma políticamente correcta de decir lo que está pasando, aunque evidentemente no sea la forma más precisa de denominar lo que hacen (o lo que dejan de hacer).
Pues bien, esta investigación surgió gracias a las declaraciones del ciclista Moisés Dueñas, uno de esos que se ofrecen para ser héroes una vez que les han pillado, y quién dijo que quería colaborar en la lucha antidopaje señalando al Dr. Losa como responsable intelectual de su positivo. De igual forma reconoció su relación con Losa la también ciclista Maribel Moreno, quién llegó a escribir mensajes SMS al galeno como “Darte la razón en todo lo q m decías. No me kise dar cuenta ni hacer caso a nadie. Ojalá t ubiera exo kaso”. De Moreno se ha sabido que incluso llegó a inyectarse EPO en el aeropuerto de Barajas antes de salir hacia Pekín. Un acto más grotesco incluso que su ortografía en el mensaje.

Las escuchas telefónicas sacan a la luz los nombres de muchos deportistas, sobre los que destaca un ganador español del Tour de Francia, quien dice al Doctor Losa que “Ya me llegó con el acojone del Tour. Menos mal que no soy ambicioso y no había tomado nada de lo que me habías dado… Has estado a punto de mandarme al paro y arruinar mi carrera”. Añade: “Quiero vivir tranquilo en lo que me queda de bici… Mi único objetivo es estar lo más tranquilo posible y llegar hasta donde pueda”. Y concluye: “No voy a soltar un euro más”. Este ilustre ciclista del que no se ha hecho público el nombre, aunque viendo su nueva filosofía de vida resulta fácil adivinar de quién se trata, renuncia así a continuar contando con los servicios de Losa, ya sea por amor a su salud, por temas económicos o por deportividad y respeto al deporte limpio (se permite dudar de esta última opción porque ni yo mismo me la creo).

De los deportistas citados en el sumario, tan sólo Dueñas y Moreno dieron positivo, y sin embargo es evidente que no fueron los únicos que se doparon. Dicen que 2+2 no siempre son 4, pero es que el porcentaje de deportistas dopados/casos positivos es tan bajo que se escapa a cualquier lógica. ¿Tan malos son los métodos antidoping?, ¿Tanto evolucionan los medicamentos dopantes?, ¿Tan listos son los médicos que dopan?, ¿Tan tontos los encargados del antidoping?, ¿Se permite y se encubre el dopaje para algunos? Parece que todas estas preguntas tienen una misma respuesta: Si. Rotundo.

Llegados a tan deprimente situación del panorama deportivo sólo se me ocurre una solución justa e imparcial; legalizar lo que hoy conocemos como dopaje.
Esta solución que por salomónica, en principio pueda parecer cruel, tiene argumentos y contraargumentos para desactivar cualquier opinión contraria.

En primer lugar he de aclarar que no hay persona en el mundo que desearía más que yo un deporte completamente limpio, pero la historia ha demostrado con testimonios de deportistas retirados que se dopaban y sin embargo nunca les pillaron que los métodos antidoping no son fiables o suficientes. Son muchos los que reconocen que se dopan, ¿pero y los que no lo hacen? No somos conscientes de la cantidad de dopados que hay y nadie se entera y ya va siendo hora de dejar de hacer el paripé y asumir que el método no funciona.

Se considera dopaje el empleo de fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento de los deportistas. Cualquier deportista de cierto nivel, según esta definición oficial se dopa. Por tanto estamos partiendo de una premisa demasiado confusa. Los defensores aférrimos de la lucha contra el dopaje se agarran a dos principios básicos: Primero, la defensa del deporte en igualdad de condiciones. Y segundo, el salvaguardad la salud del deportista. Para el primero de sus argumentos sólo decir que la desigualdad se consigue precisamente prohibiendo el dopaje, ya que unos se doparán (y a la mayoría nunca les pillarán) mientras otros no se atreverán a pasar la línea legal.
Para el segundo de los argumentos es necesario poner un poco de criterio y especificar que todos los macro y micronutrientes que tomamos a diario, incluso de forma natural, tienen un valor UL de toxicidad a partir del cual se convierten en potencialmente peligrosos o muy peligrosos para el organismo. En resumen, todo en exceso es nocivo.
La eritropoyetina, por ejemplo, es una hormona que cada organismo produce de forma natural a través de sus riñones y sin la cual la vida sería imposible. Cada persona produce una cantidad hormonal diferente, y como dijo el Doctor Eufemiano Fuentes, es más peligroso practicar deporte con valores bajos de hematocrito que con valores normales. Por tanto, prohibir determinadas sustancias abogando por la salud del deportista es demasiado hipócrita como para considerarlo un argumento de peso.

Por otra parte, existe el jugoso beneficio que como siempre produce lo prohibido. Siempre que exista una prohibición habrá quienes se enriquezcan al margen de ella, gracias a ella. Pero en este caso es una prohibición especialmente peligrosa, ya que los que quieran sacar tajada de lo prohibido lo harán. Pero con un pero. Es muy difícil investigar las dosis adecuadas para diferentes sustancias de forma furtiva, las consecuencias; sobredosis accidentales, trombosis y muertes. También es muy dificil mantener condiciones higiénicas en laboratorios clandestinos, y el perjudicado siempre es el mismo: el deportista.

Por tanto, yo digo que nos dejemos de hipocresías y falsas morales. Asumamos que en asuntos de dopaje 2 + 2 nunca serán 4 y dejemos al deportista decidir lo que quiere en un deporte transparente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario